Esteban Ribera Larroy nació el 18 de agosto de 1966 en la calle San Ramón de Barbastro, donde sus padres regentaban una tienda de ultramarinos que había fundado su abuelo Felipe antes de la Guerra Civil.
Fue el segundo de 3 hermanos. Bueno, realmente nació en la clínica Cobos que estaba en la carretera de Huesca, como todos los de su generación. Sus raíces vienen del Somontano (Ribera) y Cinca Medio (Larroy) y País Vasco (Zubero), por parte de abuelos paternos, que vinieron a trabajar como canteros en las obras hidráulicas en el Altoaragón a principios del siglo XX.
Esteban Ribera Larroy supo cultivar la amistad en todos los ámbitos de su vida, teniendo muchos amigos en distintos lugares y ámbitos por donde pasó su vida, que mantuvo a lo largo del tiempo.
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Esteban Ribera Larroy |
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Sitio donde estaba Comestibles Ribera |
- El Colegio de las Escuelas Pías de Barbastro donde estudió la EGB
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Esteban Ribera Larroy en la EGB en los Escolapios de Barbastro |
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Colegio Escuelas Pías de Barbastro |
- El Grupo Scout Calasanz de Barbastro donde se formó y continúo como monitor.
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Esteban de niño en el Grupo Scout Calasanz. Cruz de Santa Bárbara en Barbastro |
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Grupo Scout Calasanz de Barbastro. Hijos y padres. |
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Escultismo para muchachos. Fuente |
- El Colegio Seminario de Barbastro donde estudió BUP y COU.
La Universidad de Zaragoza donde estudió Ingeniería Eléctrica.
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Logotipo Universidad de Zaragoza. Fuente |
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Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Zaragoza. Fuente |
Su vida universitaria en Zaragoza.
Su entorno Scout en Zaragoza.
Su vida laboral y personal en Cobra en Barcelona.
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Trenes electrificados. Fuente |
Su vida laboral y personal en el Instituto Municipal de Empleo y Fomento Empresarial de Zaragoza donde pasó la mayor parte de su ámbito profesional, donde fue un verdadero tractor en su transformación a lo largo de los años. Y, siempre, dio lo mejor de sí mismo para su desarrollo.
https://web.zaragozadinamica.es/2025/05/13/en-memoria-de-esteban-ribera-larroy/
El Club Pirineos de Zaragoza donde se involucró en su transformación.
Su vida matrimonial y su entorno.
…
Un café, una comida en su casa, una comida en un restaurante,… eran excusas para el arte de la conversación con sus amistades. Sabía escuchar y contestar. Era un maestro en el arte de la conversación.
Siempre estaba cuando se le necesitaba y contó con el apoyo cuando lo requirió. Estaba disponible para lo que necesitaras. Quería y se dejaba querer.
Siempre Listo. Llevaremos en nuestros corazones tu recuerdo de una verdadera amistad. Has dejado un mundo mejor, como fue tu compromiso en la promesa Scout. Recuerdo un San Jorge de niños cuando escuchamos esta canción en Zaragoza, que se nos quedó dentro del corazón.
"Seré feliz si puedo hacer
que tú seas feliz,
que puedas sonreír
y que tu voz suene a ilusión.
Yo prometí, si algún hermano
necesita mi mano,
tenderla sin reparo
con la ayuda de Dios."
Nos dejó en esta dimensión terrenal el 10 de mayo de 2025, pero sigue vivo en nuestra memoria y legado.
- El legado de Esteban.
Cuando alguien como Esteban se marcha, su ausencia deja un hueco profundo. Pero también deja una estela, un legado silencioso y duradero que sigue presente en quienes tuvimos la suerte de caminar a su lado.
Raíces hondas y amor por su tierra.
Esteban era Barbastro. Lo era en su manera de hablar, de moverse, de querer. Hijo de una familia comerciante de la calle San Ramón, siempre fue fiel a sus orígenes y los honró con orgullo. Supo recoger lo mejor de esa educación sencilla y firme, y hacer de ella una forma de estar en el mundo.
Un scout siempre, en el fondo del alma.
El escultismo fue, sin duda, una de las grandes pasiones de su vida. No solo como actividad, sino como forma de ser. Esteban fue guía, formador, amigo, ejemplo. Muchos de nosotros aprendimos lo que significan palabras como servicio, lealtad, esfuerzo o comunidad gracias a él. Y aún hoy, quienes fuimos sus compañeros de ruta seguimos recordando aquel “¡Siempre Listo!” que tanto decía de su carácter.
Luego, supo desarrollar esta faceta como montañero y directivo en el Club Pirineos de Zaragoza donde impuso su impronta de servicio y entrega.
Profesional íntegro, formador exigente y cercano.
Su trayectoria como ingeniero y jefe de formación estuvo marcada por el compromiso, la seriedad y el respeto. Nunca buscó reconocimiento ni aplausos, pero quienes trabajaron con él sabían que podían confiar. Esteban era de los que no fallan. De los que escuchan. De los que están. Supo enseñar sin imponerse, y acompañar sin dejar de exigir.
Una vida familiar vivida con entrega.
Si algo fue esencial para Esteban, fue su familia. Con su esposa y sus hijos formó un hogar lleno de cuidado, atención y ternura. No escatimó tiempo ni esfuerzo en acompañarlos, en escucharlos, en ayudarles a crecer como personas. Esteban vivió su paternidad y su vida en pareja con la misma coherencia, paciencia y cariño con que vivía todo lo demás. Su mayor alegría fue verlos crecer como familia unida.
Una amistad que no hacía ruido, pero sostenía.
Para mí, fue un amigo del alma. De los que no necesitan hablar cada día para estar presentes. De los que te conocen sin que tengas que explicar nada. Con él se podía compartir el silencio sin incomodidad, porque estaba lleno de sentido.
La huella de lo esencial.
No tuvo afán de protagonismo. No quiso sobresalir. Pero dejó una huella firme, como las que se hacen al caminar despacio, con paso seguro. En su manera de vivir, de tratar a los demás, de cumplir con lo que creía justo… dejó una lección de vida. Una que no se enseña en los libros, pero se graba en el corazón.
Y así fue Esteban.
No necesitaba grandes palabras. Su manera de querer era estar. Su forma de enseñar, hacer.
Vivió con discreción, trabajó con rigor y amó con todo lo que era.
No hizo ruido, pero su huella quedó. Y nos seguirá acompañando, paso a paso, en nuestra memoria.
Noticias aparecidas:
Esteban Ribera Larroy, montañero barbastrense residente en Zaragoza, ha fallecido el pasado fin de semana en la capital aragonesa, donde fue vicepresidente del Club de Montaña Pirineos desde el año 2000 y sunque dejó esta responsabilidad directiva colaboró en otras tareas relacionadas con las nuevas tecnologías. Desde el Club destacan que se prodigó de montañero, y compaginó esta práctica con aportaciones de organización en la Travesía de Esquí de Montaña Pirineos, fue un “valioso pilar” durante varias ediciones.
En la misma línea, recuerdan “numerosas y entrañables vivencias en el Pirineo y en los Alpes”. En clave local, era hijo del comerciante Julio Ribera que tuvo su establecimiento en la calle San Ramón donde fue muy popular con su esposa entre la “geografía sentimental de la ciudad” de la que forman parte muchos barbastrenses.
Su vida estuvo marcada por la pasión por la montaña y el compromiso silencioso con la innovación y la comunidad
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Su vida estuvo marcada por la pasión por la montaña y el compromiso silencioso con la innovación y la comunidad
El montañero barbastrense Esteban Ribera Larroy, afincado desde hace años en Zaragoza, ha fallecido este pasado fin de semana dejando un profundo vacío entre quienes compartieron con él amistad, pasión por la montaña y proyectos comunes en el Club de Montaña Pirineos. Su implicación durante más de dos décadas en la entidad no sólo se tradujo en su etapa como vicepresidente desde el año 2000, sino también en una labor sostenida y discreta desde la segunda línea, en la que supo combinar experiencia y visión de futuro.
La montaña, su vocación vital.
Ribera no fue un montañero más. Fue un apasionado incansable que conjugó la práctica deportiva con una constante labor organizativa. En el esquí de montaña encontró uno de sus mayores refugios, participando de forma activa en las ediciones de la Travesía de Esquí de Montaña del Club de Montaña Pirineos.
Su papel, según destacan desde el propio club, fue esencial. Lo describen como un “valioso pilar” durante múltiples convocatorias, y no es para menos: su capacidad para prever necesidades logísticas, coordinar detalles y mantener el entusiasmo del grupo le hacían imprescindible.
Compañeros de aventuras evocan con cariño las numerosas experiencias compartidas con Esteban tanto en el Pirineo como en los Alpes. Vivencias marcadas por la complicidad, el amor por la naturaleza y la camaradería que solo se forja al calor de los refugios de montaña y las travesías a gran altitud. Con él se aprendía, se compartía y se avanzaba. Todo ello sin alzar la voz, sin buscar el foco, como era su estilo: sereno, prudente, elegante en su forma de estar.
Su capacidad de observación, su compromiso constante y su voluntad de servicio hicieron de él una figura imprescindible. No necesitaba títulos ni aplausos. Su presencia era suficiente, y su ausencia hoy deja un hueco difícil de llenar.
Una vida tejida también con raíces locales
Hijo del comerciante Julio Ribera, muy conocido en Barbastro por su establecimiento en la calle San Ramón, Esteban formaba parte de lo que muchos llaman “la geografía sentimental de la ciudad”. Su familia, popular y querida, fue referente durante décadas en el comercio local, y su legado, al igual que el de Esteban, se entrelaza con los recuerdos de generaciones enteras de barbastrenses.
Quienes le conocieron destacan especialmente su inteligencia brillante y su discreción elegante. En tiempos donde se valora más el ruido que la constancia, Esteban fue contracorriente: prefería aportar desde la calma, ayudar sin que se notara, construir sin reclamar autoría. Esa forma de entender la vida le hizo ganarse el cariño y el respeto de todos aquellos con los que trabajó y compartió camino.
Innovador y discreto, un visionario en la sombra
Más allá de sus cualidades deportivas, Esteban Ribera fue un precursor en la introducción de las nuevas tecnologías dentro del ámbito montañero. En un tiempo en el que pocas asociaciones tenían presencia digital, él impulsó la creación de la primera página web del Club de Montaña Pirineos. Su iniciativa, no solo adelantada a su tiempo, fue también fundamental para proyectar la imagen del club más allá del territorio aragonés.
Gracias a su visión moderna y su capacidad técnica, el Club dio un salto cualitativo en su comunicación con socios, participantes y amantes de la montaña en general. “La modernidad para nosotros empezó con él”, reconocen desde la entidad. Y es que, incluso tras dejar el cargo de vicepresidente, Esteban siguió vinculado de manera activa, prestando su ayuda desde un segundo plano durante un cuarto de siglo. La reciente actualización de la página web del club, de hecho, también fue obra suya.
Una despedida que deja huella
La salud le fue quitando espacio en los últimos tiempos, pero ni siquiera eso detuvo su implicación. Hasta el final, mantuvo el interés y la disposición para seguir colaborando, como siempre había hecho. Hoy, su marcha deja una ausencia profunda en su entorno más cercano y en el corazón del Club de Montaña Pirineos.
“El mejor homenaje que podemos hacerle es continuar con su legado”, afirman desde el club. Y ese legado no es otro que la entrega sin condiciones, la mejora constante, el amor por la montaña y el deseo de compartirla con los demás. Quienes compartieron camino con él, tanto en las cimas como en las tareas organizativas, saben que Esteban Ribera Larroy no se ha ido del todo: permanece en cada sendero abierto, en cada travesía organizada con mimo, en cada avance tecnológico que acerque la montaña a más personas.
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La muerte no es el final, Esteban! Y tu siempre vivirás en nuestro corazones!! gran persona y gran amigo. No olvidaremos tu sonrisa, Siempre listos
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