martes, 15 de julio de 2025

Circular a Barrosa con Esteban: una travesía, una amistad, un homenaje

Hoy vuelvo a circular hacia el valle de Barrosa. Pero esta vez, Esteban no va detrás ni delante: camina conmigo en otro tiempo y otra dimensión. Pero, nos encontraremos.

Un tiempo sin ruido, pero con memoria ...

Valle de Barrosa

Fue hace muchos años, cuando aún no había móviles que capturaran cada instante, cuando hicimos una ruta que quedó grabada no en una pantalla, sino en nuestras almas. Subimos al Puerto Viejo de Bielsa para dar la vuelta por el circo de Barrosa.

Íbamos Esteban y yo, con las piernas firmes y los corazones abiertos de la juventud, cuando todo está por ocurrir. Él todavía estaba soltero y no había comenzado con su experiencia en montaña. Así que confiaba en mí, como lo hizo siempre.

Madrugamos y tomamos un café en Parzán. Dejamos el coche en el aparcamiento de la cara sur del túnel de Bielsa. Empezábamos una ruta de 9 horas, 20 kilómetros y 1.385 metros de desnivel acumulado que nos llevó todo el día. Un verdadero día de alta montaña.

Viendo el aparcamiento subiendo la morrena

Tuvimos que subir la morrena del valle para llegar a la zona de praderas que nos dirigía al Puerto Viejo de Bielsa.

Con Esteban apenas hablábamos cuando íbamos de excursión. Nos encontrábamos muy bien en silencio. Entonces yo me encontraba fuerte y tenía ya mucha experiencia en montaña. No había GPS, la señalización eran mojones de piedras y nos guiábamos con brújula y con los mapas Alpina cuando había confusión en la ruta.

Ese día iba yo delante, aunque en la vida muchas veces él fue el que iba delante para abrirme un camino que yo no conseguía ver y él sí. Su formación de ingeniero le hacía muy pragmático en la toma de decisiones. O era parte de su personalidad.

Llegando al Puerto Viejo de Bielsa

Esta fotografía del Puerto de Bielsa la hice años después en un día de ventisca.

Con Esteban subimos en verano, con un día plácido. Precisamente Esteban conseguía aplacar tus ventiscas y darte luz para continuar el camino. Conforme aplacaba los vientos, encontrabas el sosiego.

Tras llegar al Puerto Viejo era necesario crestear (sin señalización) hacia el Puerto de Barrosa. Aquí Esteban tuvo que confiar en mí, aunque no lo viera claro. Yo tampoco había hecho la ruta anteriormente, pero era un "explorador" y me manejaba bien.

Cuando se trataba de explorar, siempre confió en mí a lo largo de su vida. Éramos complementarios: pragmatismo y exploración. Quizás por eso fuimos tan buenos amigos. Yo exploraba; él confiaba. Así funcionábamos. Yo me metía en problemas, él me daba soluciones.


Hacia el collado de Barrosa

Esos cuatro kilómetros de crestear fueron uno de los momentos más bonitos del día, por el paisaje a 2.700 metros de altura con un horizonte amplio.

Esteban tenía la capacidad para ver ese horizonte a largo plazo. Yo me movía mejor en las tácticas a corto plazo.


Ibones de Barrosa

Esta fotografía de alta montaña de los ibones de Barrosa me recuerda su capacidad para otear el horizonte, que tan bien supo hacer como esposo y padre. 

Si me quedo con una imagen dónde recordarle, es en esa larga cresta sin sendero, con un horizonte infinito, caminando en silencio absorbidos por el paisaje durante casi 2 horas, muy cerca de ese cielo donde ahora está. Tras esas dos horas de silencio y altura, el sendero nos llevó al Puerto de Barrosa.

Puerto de Barrosa

Llegamos al Puerto de Barrosa. Era momento de descender.

Conforme contemplábamos el Circo de Barrosa y los picos de La Munia (más de 3 mil metros), recordamos aquel primer campamento juntos en Pineta, por el año 1978, cuando los pioneros tuvieron un accidente bajando de ese pico.

Fue una noche temerosa. Pero éramos un grupo muy compacto. Precisamente lo que Esteban lograba crear con facilidad: unidad y armonía. Donde estaba él, se formaba un hogar.


Circo de Barrosa

Tomamos un bocado junto a la cabaña de pastores, ya junto al barranco. Entonces sólo tomamos un bocadillo. Después, Esteban ha sido un gran anfitrión para todas las personas que acogía en su casa.

Esteban era acogida. Y eso hacía que se abrieran los corazones.

Cabaña de Barrosa

Descendimos por el valle junto al barranco de Barrosa. Hoy sé que somos agua del mismo río y que un día nos encontraremos en el mismo mar. Entonces, sólo escuchábamos el bullicioso surgir del agua descendiendo con rapidez.

Como creyentes, un día nos juntaremos y seguiremos la ruta.


Barranco de Barrosa

Y llegamos a los restos de las Minas de Parzán, donde trabajaron mis abuelos maternos. Hoy la maleza cubre la estación del teleférico que llevaba el mineral a Francia.

Con Esteban disfrutábamos hablando de obras de ingeniería. Se juntaba mi ilusión y su conocimiento.


Restos del teleférico

Hoy apenas queda nada de lo que fue un gran centro de minería en la segunda decena del siglo XX.

Fotografía antigua de las Minas de Parzán

Una vez pasada la mina, llegamos a Las Bordas de Parzán. Toca seguir la carretera unos 3 kilómetros para recoger el coche.

Bordas de Parzán

Como toda excursión montañera, finaliza con una cerveza. Esta vez en Bielsa, donde comentamos las sensaciones del día, como tantas otra veces hicimos con las de nuestras vidas y lo seguiremos haciendo a lo largo de la vida que me queda en esta dimensión diferente donde seguimos juntos.

Si alguien quiere repetir esta ruta, puede conseguir el trazado en GPS que hicimos en Wikiloc.

Mapa de la ruta

Dedicado a su esposa e hijos, para que les siga guiando el camino.
Y cuando vuelva a pasear por Barrosa, sé que él volverá a caminar conmigo, como siempre lo hizo.

Daniel Vallés Turmo

Julio de 2025